BITÁCORA DE UN NÁUFRAGO INDIGNADO



Desde una isla casi desierta, un Robinson en el océano de la globalización. Atento/conectado/indignado veo pasar el mundo nada indiferente. Una verbena, un gran guiñol, un despropósito… Mas no puedo huir del sinsentido; estoy enganchado al destino de los demasiado humanos. Estoy condenado a pensar el mundo y verterlo en palabras y lanzarlo al mar en botellas de ceros y unos.



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sábado, 28 de febrero de 2009

SLUMDOG MILLIONAIRE: HOLLYWOOD MARCA LA PAUTA DE LO POLÍTICAMENTE CORRECTO


La oscarizada Slumdog Millionaire (Dany Boyle, 2008)


Ganó el Oscar Slumdug Millionaire, un Romeo y Julieta británico ambientado en la India tercermundista. Es un producto conscientemente elaborado para agradar al gran público que también ha recibido la bendición de la Academia de Hollywood. Esta no es siempre previsible, pero en lo que nunca falla es en dar el espaldarazo a los productos políticamente correctos. Y en este sentido los Oscars son muy reveladores de los valores que se emiten Urbi et Orbe desde el corazón del entertainment imperial. De la misma manera que en las películas main stream y en las series ya es ineludible ese melting plot de afroamericanos, latinos y asiáticoamericanos acompañando a los héroes WASP, también en los discursos tiene que dominar un postcolonialismo como mandan los cánones. Así, en la oscarizada película británica los planteamientos y los armazones del relato son claramente occidentales, pero los protagonistas son indios y el ambiente también. De esta manera se lava la cara al colonialismo subyacente -esta vez discursivo- y se aproxima ese lejano Tercer Mundo a los "usos y costumbres" de la "normalidad occidental". La globalización es, de hecho, una operación para occidentalizar el mundo, respetando las peculiariadidades culturales (solo superficialmente, claro) y el color de las epidermis.

No piensen que en España estamos al margen de los discursos dominantes en nuestra particular cultura del entretenimiento. Aquí desde hace décadas solamente se cuelan las propuestas culturales asimiladas por la denominada Cultura de la Transición, de la que han sido desterradas las propuestas que desafinan con el espíritu dominante del "consenso". La inexistencia de productoras fuertes en el ámbito del cine o del arte hipoteca todavía más esa dependencia, más que los Estados Unidos, por ejemplo. Basta echar un vistazo a las miradas críticas que los norteamericanos promueven sobre su realidad; ¿han visto ustedes películas españolas que incidan sobre la corrupción inmobiliaria y política que, al parece, no existe entre nosotros? Se cuentan con los dedos de la mano. Pues eso.