BITÁCORA DE UN NÁUFRAGO INDIGNADO



Desde una isla casi desierta, un Robinson en el océano de la globalización. Atento/conectado/indignado veo pasar el mundo nada indiferente. Una verbena, un gran guiñol, un despropósito… Mas no puedo huir del sinsentido; estoy enganchado al destino de los demasiado humanos. Estoy condenado a pensar el mundo y verterlo en palabras y lanzarlo al mar en botellas de ceros y unos.



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domingo, 16 de octubre de 2011

Birras para hoy y cócteles (Molotov) para mañana

El PSOE se desploma, claman las encuestas a un mes de la prueba de fuego. Rajoy, repantigado con el puro, contempla la mayoría absoluta. La gente tiene miedo y se aferra a los tópicos: la derecha gestiona mejor la economía, activará el empleo…. La gente no suele mirar más allá de sus narices, y ante ellas está un panorama económico desolador, sin visos de futuro. De poco sirve decirles que el PP acentuará los recortes, el desmontaje del Estado de Bienestar, de poco sirve decir que estos son los valedores de los incendiarios que han prendido el fuego y ahora quieren hacer de bomberos… Hay algo que las narices de la gente intuye bien: éste es el sistema que hay y si hay que darle oxígeno no valen cataplasmas. Recortes, sangre, sudor y lágrimas. Otra cosa es que creas, como yo creo, que el capitalismo hiperfinanciero de hoy no es válido y que, además, colapsará a no mucho tardar. Pero esa hipótesis los inminentes electores no quieren ni imaginarla. Así pues, demos alas a la gaviota para que la economía se dinamice algo, lance a los emprendedores salvadores y, al menos, todos tengamos un empleo, aunque sea precario e infra-mileurista. Lo importante es que la maqinaria económica chute para que el paro disminuya, para que podamos bajar sin sobresaltos al bar de la esquina (me debes lo de ayer y anteayer Paco)… Si luego todos nos vamos al carajo, al menos ya hemos ganado para unas birras. Birras para hoy y corralitos y cócteles (Molotov) para mañana….

                            

sábado, 15 de octubre de 2011

HACIA UNA DEMOCRACIA QUE SEPARE EL PODER POLÍTICO DEL FINANCIERO





La Modernidad dio comienzo en Occidente cimentada en tres pilares: la declaración de los derechos del hombre, la apuesta por la razón y la ciencia y la separación entre Iglesia y Estado. La Posmodernidad vino a revelarnos que todos los “grandes relatos” eran eso, relatos, también el de la propia Modernidad. Cuando parecía que todos los mitos habían sucumbido nos dimos cuenta que no era cierto (Lyotard, profeta de la posmodernidad, lo advirtió al final de su vida). Quedaba uno sin derribar... El tándem Reagan/Tatcher, refrendado  por los profetas del “final de la Historia” y los gurús del neoliberalismo, lo dejó claro: vencido el comunismo, solo nos quedaba el Mercado, con mayúsculas. Todos, incluidas las corrientes políticas dominantes, conservadoras o socialdemócratas, parecieron asumir ese dogma; unos para sacralizar las inercias de la libre iniciativa (Adam Smith estableció que contribuía al bien común), otros para paliar sus desajustes en un Estado de Bienestar cada vez más acosado. Todo se gestaba desde la única Superpotencia. En el orden político Estados Unidos ejercía con singular arbitrariedad su papel de solitario supergendarme global, mientras el orden económico quedaba a expensas de los caprichos del Mercado. Ambas tendencias llegaron al paroxismo durante la égida de George Bush Jr. Mientras ejercía un control paranoico en su combate sin cuartel contra el terrorismo y otros enemigos imaginarios (las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein), dejaba operar sin cortapisas a los tiburones de Wall Street. Desmantelada la industria (China era ahora la fábrica del mundo) el poder mundial se ejercía desde un sector financiero hipertrofiado. Wall Street estaba sustituyendo como poder fáctico al célebre “complejo industrial-militar” sobre el que alertó el presidente Eisenhower  en una última alocución televisada que resultó profética.
Las consecuencias de este cambio de supremacías son bien conocidas y las estamos padeciendo desde el verano de 2008. Y no es una situación exclusiva de Estados Unidos, sino que afecta a todo Occidente. Eso explica que nuestros gobiernos, más allá de las primeras proclamas de control financiero, hayan acudido prestos a socorrer a los bancos con dinero público.  Eso explica que la Unión Europea esté pilotada por los intereses de los bancos franco-alemanes, los auténticos acreedores de todos los “cerdos” (PIGS) que están sacrificando sin piedad en un San Martín encadenado, de Atenas a Dublín pasando por Lisboa. Ante esta tiranía financiera nada tienen que hacer las políticas socialdemócratas, cuyos mentores han sido igualmente forzados a desmontar el Welfare State. Papandreu y Rodríguez Zapatero son dos ejemplos de ese obsceno trágala que está descalificando la izquierda posibilista europea. ZP ha sido un presidente tolerante con esa prepotencia financiera -nunca cuestionó la primacía del entramado bancario español y la burbuja inmobiliaria que sostenían- por muchos gestos progresistas que hiciera en materia de derechos sociales (eso es folklore para Botín y Cia) y cortes de mangas al Imperio (al final la cesión de Rota le ha convertido en el más fiel de sus monaguillos). Es el sino de las actuales “democracias avanzadas”: elegir a dirigentes que son tolerados por el omnipoder financiero siempre y cuando no cuestionen su supremacía. Obama es un caso paradigmático. Tras el fiasco de su zafio y estulto predecesor, se requería un rostro más presentable y políticamente correcto para mantener el tinglado: que todo parezca que cambie para que todo siga igual. El primer presidente afro-americano ensayó algunos cambios aguados o frenados por los republicanos (los agresivos guardianes del sistema y de las esencias), pero no cambió nada sustancial en la cuestión clave; el poder financiero seguía incólume.
Y así siguen las cosas como les interesan a los que realmente mandan. Éstos también controlan los thinks tanks y los oráculos académicos. El incisivo y riguroso documental Inside job descubre los chalaneos entre las facultades de economía que dominan el pensamiento en el sector y los intereses de los poderes financieros. Quizá eso explique que los economistas no dan una en las predicciones –los críticos que acertaron no tenían altavoces mediáticos- y se hayan convertido en especialistas en explicar todo solo a toro pasado. Entre tanto, los ciudadanos del primer mundo están desconcertados, dedicándose a castigar a los gobiernos para exorcizar el fantasma de la crisis. Eso es lo que va a ocurrir previsiblemente en España el próximo 20-N. La gente votará al PP tras los desaguisados socialistas, sin reparar que ese partido todavía no ha mostrado apenas medidas de gobierno y donde gobierna aplica con pulso firme el desmontaje del Estado de Bienestar, empezando por la educación y la sanidad. Amparados en la creencia de que nada puede ser peor que lo anterior, de que “la derecha gestiona mejor la economía”, el electorado español puede optar por un gobierno conservador que defiende el modelo neoliberal que ha ocasionado el apocalipsis actual. ¿Cómo se puede apagar el fuego llamando a los incendiarios? Pero la coherencia no parece ser el valor más reclamado por una ciudadanía sangrada por el paro y con deseos de que se dinamice la economía al precio que sea…
Sin duda, la clave no está en mudar de siglas políticas, sino en cambiar de sistema. Necesitamos una refundación del capitalismo y de la democracia representativa, secuestrada ésta por la partitocracia y ambos por los centros financieros. Como ocurriera en la génesis del sistema en el siglo XVIII, cuando se liberó la cosa pública de la tutela religiosa, ahora necesitamos que el poder político se independice del poder financiero. Ese cambió de sistema es lo que reclaman muchos ciudadanos en todo el mundo, a través de movimientos como el 15-M o el más reciente de Occupy Wall Street; también es lo que demandan muchos intelectuales libres (no paniaguados de Wall Street y demás turiferarios). Solo con esta presión ciudadana sobre unos políticos que han hecho dejación de su supremacía moral y política sobre las instancias financieras se pueden encaminar las cosas hacia una solución duradera. Y para ello hay que preservar un estado de bienestar viable, un tejido económico dinámico, competitivo, respetuoso con la excelencia y un equitativo sistema fiscal.  Lo demás, es decir, el juego de la elección de esos logos que han secuestrado la democracia real, es pan para hoy y hambre para mañana.

                                           Jaime Miñana    @jaimeminana



sábado, 1 de octubre de 2011

Crónica de un desastre continuado: brookers cínicos, sueños derribados y Superman rogando al Altísimo…

                                            
                                                  Muy mal tiene que estar la cosa...


Los niños, los tontos y los farsantes dicen las verdades. De eso hemos tenido buena prueba esta semana, cuando se han puesto en circulación las declaraciones del semi-farsante brooker Alessio Rastani en la fiable BBC:http://www.publico.es/dinero/398537/en-un-ano-millones-de-personas-perderan-sus-ahorros. Dice lo que todos sabemos, que en este gran guiñol financiero que nos embarga –nunca mejor dicho- los políticos, los estados no pintan nada. Todo depende del capricho de los mercados y de tiburones como él. Qué más da que no sea un corredor de pedigrí, lo que ha dicho con osado cinismo es certero. Por mucho que descalifiquemos al mensajero, las verdades del barquero ahí siguen.

Y para verdades las que lanza como puños el socarrón George Carlin. En el vídeo que aquí adjunto se empecina en mostrarnos las vergüenzas del sueño americano (así se titula el show) o, mejor dicho, de cómo han dejado ese cacareado ideal los actuales detentadores del poder en Estados Unidos. El presidente Eisenhower dijo en su enigmático/visionario último mensaje televisado que había que tener cuidado con el complejo industrial militar. La historia americana de los años siguientes fue una prueba fehaciente del poder omnímodo de ese entramado. Ahora ha sido sustituido por otro poder más evanescente pero igualmente fáctico que tiene su sede en el Monopoly financiero de Wall Street. ¿Tendrá que venir Superman a salvarnos de estos sibilinos, todopoderosos villanos? El otro día (ver foto arriba) el superhéroe fue sorprendido rezando en una iglesia. Muy mal tienen que estar los tiempos…