BITÁCORA DE UN NÁUFRAGO INDIGNADO



Desde una isla casi desierta, un Robinson en el océano de la globalización. Atento/conectado/indignado veo pasar el mundo nada indiferente. Una verbena, un gran guiñol, un despropósito… Mas no puedo huir del sinsentido; estoy enganchado al destino de los demasiado humanos. Estoy condenado a pensar el mundo y verterlo en palabras y lanzarlo al mar en botellas de ceros y unos.



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domingo, 29 de julio de 2012

EL AVISO HELENO



Estoy de paso por España. La encuentro en estado catatónico, pero al menos la gente está cabreada y le empieza a pasar factura a los verdaderos culpables (El PPOE, según la encuesta estival de El País, está en caída libre). Es un aviso a navegantes, pero hay más, pues veo la noche de ayer sábado en En Portada (¿cuánto le queda al programa y a la 2?) el documental Sintagma, crisis y catarsis (http://www.rtve.es/noticias/20111103/sintagma-portada-pone-rostro-crisis-griega/473021.shtml). Atinado guion de Yolanda Sobero, producido por Ana Pastor, otra víctima propiciatoria de la nueva PPTVE franquista. El protagonista es el novelista Petros Márkaris, que ha encontrado en la serie negra un instrumento efectivo para escarbar en la miseria a la que los políticos griegos y los acreedores franco-alemanes han condenado a la cuna de la democracia. ¿Dónde está esa conciencia crítica en la literatura española? Márkaris apunta hacia la clase política como dilapidadora de los generosos fondos que venían de Bruselas... Ellos lo han gastado de manera irracional y provechosa, sin aprovechar la ocasión para confeccionar un tejido productivo acorde con los económicos y financieros contemporáneos. De acuerdo con la primera parte acusatoria, pero yo me pregunto, ¿realmente el eje Berlín-París hubiera dejado que Grecia fuese poco más que un mercado para colocar sus productos y un solar para poner en juego las especulaciones de sus bancos? ¿Tiene otro destino diferente el grupo de los PIGS? Me temo que no, que eso ya lo han diseñado más allá de las declaraciones pomposas y demás retórica europeísta. En lo que respecta a España queda bastante bien explicado en el capítulo "Consensonomics: la ideología económica en la CT", dentro del revelador libro CT o la Cultura de la Transición.

Sorprende también que ese documental, filmado hace meses hable de un país en descomposición total, de unos síntomas que ya están presentes en España. Cambiamos el alfabeto heleno por el latino, la plaza Sintagma por Sol y casi todos los planos podrían atribuirse al solar ibérico, ya tan desolado como el de los vecinos de oriente. ¿Esto también forma parte de ese guión preestablecido elaborado por los poderosos del Norte? Documentales de carga ideológica tan moderada los emiten ahora a hurtadillas caniculares; en breve los prohibirán en el nuevo orden policial, antiabortista iluminado por ese “muera la inteligencia” tan del gusto de la secular caverna ibérica. Me voy a la isla.

sábado, 14 de julio de 2012

MENTIRAS ARRIESGADAS

     

La crisis que nos carcome ha deparado múltiples análisis, sobre todo de esa ciencia inexacta, tan dependiente de los presupuestos ideológicos, que llamamos economía. También los sociólogos, psicólogos y politólogos han metido el escalpelo en este cadáver nada exquisito en que se está convirtiendo Europa. El fenómeno es de tal magnitud que exige otras hermenéuticas que apuntan hacia lo axiológico, porque también estamos en una crisis de valores. En un mundo que ha laminado las humanidades, donde parece que rigen en exclusiva las disciplinas mensurables, esto puede sonar a metafísica, pero la antropología ha demostrado que el ser humano acompaña sus distintas culturas de un sistema de valores determinado y acompasado al devenir histórico. Así pues, no estaría de más recurrir a esta perspectiva etológica para arrojar algo de luz en este túnel que atravesamos y que es especialmente oscuro es España, nuestro campo de estudio.
El franquismo se sustentó en un edificio axiológico de descomunal hipocresía. España como “faro de occidente”, reino de la “paz y prosperidad”, ejemplo de “civilización cristiana”, “democracia orgánica”, etc. La mendaz ideología nacional católica (en las antípodas de los genuinos valores evangélicos) arropó el dominio de las oligarquías económicas, militares y eclesiásticas,  al tiempo que impregnaba todo el tejido económico, sociológico y cultural de un país amordazado. Las cajas de ahorro -no en vano llamadas “montes de piedad”- eran un ejemplo de esta manera de operar “por el Imperio hacia Dios” que justificaba con falso pietismo las operaciones financieras de la casta privilegiada. Conforme avanzó el desarrollismo de los sesenta, la expansiva clase media fue forjando un sistema de valores paralelo basado en el esfuerzo personal y familiar que garantizó cierto éxito económico hasta la democracia.
La “cultura de la Transición” deparó un reposicionamiento de las oligarquías, que adquirieron los hábitos (más en el sentido de vestuario que de costumbre) democráticos y la emergencia de una nueva clase política en la que también se fue posicionando la izquierda socialdemócrata. Los españoles se lanzaron a una carrera en la reclamación de derechos, entendible tras tantos años de represión fascista. Nuestro régimen de libertades respondió a ese lícito impulso, pero también estaba impregnando el tejido social una tendencia a que esos derechos fueran patrimoniales, vitalicios y no siempre acompañados de deberes. Tanto habíamos sufrido en la dictadura que los profesores no numerarios serían automáticamente profesores titulares, los contratados públicos funcionarios y así en una cadena de reivindicaciones que convirtieron nuestra administración en una maquinaria a la larga inviable. También en el tejido laboral predominaron estos planteamientos reivindicativos, justificados sin duda, pero sin contrapesarlos con otros mecanismos que incentivaran la productividad. Así mismo con el avance del “capitalismo en democracia” fue arraigando en una España que no había realizado la “revolución protestante” una cultura materialista en la que el dinero era lo más importante. La ética del esfuerzo que habían asumido las clases medias durante el desarrollismo fue virando hacia el oportunismo del pelotazo, obscenamente exhibido por la élite financiera (el mito de Mario Conde) y jaleado por los mass media. En el español de a pie fue arraigando la idea de que lo más importante era colocarse, más que demostrar capacidad, operatividad y excelencia. Los partidos políticos y las organizaciones sindicales contribuyeron enormemente a ello convirtiéndose en agencias de colocación. De manera sostenida y pertinaz los dos grandes partidos políticos principalmente, en connivencia con las organizaciones sindicales y patronales, fueron acaparando esferas del tejido productivo y social para colocar a sus peones en empresas públicas y semipúblicas, televisiones, cajas de ahorro, etc. Así se ha ido orquestando la gran mentira de la “cultura de la Transición” (en eso ha habido continuidad con el franquismo): la apropiación de las parcelas públicas por la clase senatorial en nombre del legítimo ejercicio democrático. El cortijo financiero de las cajas de ahorro ha sido el primer embuste en desbaratarse de esta enorme estafa. Lo estamos pagando todos los ciudadanos mientras los responsables quedan impunes por la complicidad del PPOE, ese monstruo bicéfalo que es el principal beneficiado y que reparte las migajas entre otros partidos, sindicatos y patronal. ¿Cuánto tardarán en caer los otros chiringuitos? Me temo que eso está en manos de unos ciudadanos indignados, hartos pero también atenazados por un miedo que la clase política está interesada en socializar. La casta senatorial mantendrá su privilegiada situación con la amenaza de “nosotros o el caos”… Los votantes tenemos la responsabilidad de terminar con ese chantaje, que parece resultar efectivo (ahí está el caso griego).
Resulta curioso comprobar que mientras la crisis ha empezado a horadar el Estado de Bienestar y, en consecuencia, a desmontar esa mentalidad garantista que había adormecido un poco al ciudadano medio ibérico, nuestra “clase senatorial” no se mueve ni un milímetro de sus posiciones de privilegio patrimonial. Los tremendos sacrificios que están asumiendo las clases trabajadoras apenas les afectan. Mientras los ciudadanos asumimos a la fuerza una nueva ética de la supervivencia (mucho más los miles de jóvenes obligados a emigrar), los políticos y sus paniaguados refrendan su supervivencia en el limbo ventajista. La derecha desgobernante, que nunca ha tenido otra moral que la de aprovecharse del poder en todos sus recovecos, está recurriendo a las mentiras más escandalosas para justificar lo injustificable. Su nivel ético ha sido y es deplorable (ya lo demostraron en la crisis del 15M, lo confirma el “¡que se jodan!” de la niña Fabra). A su vez los socialistas están hipotecados por su arraigo en el referido régimen de privilegios, por lo que no tienen autoridad moral para presentar una alternativa creíble. Unos y otros saben que las decisiones ahora se toman en Berlín o en Bruselas y todos sus esfuerzos se encaminan a mantener su estatus. Ante este chantaje se impone un rearme moral de la ciudadanía que obligue a los causantes de los desfalcos financieros o de otro tipo a asumir sus responsabilidades (por la vía judicial, pero también política), que acabe con los privilegios de esta casta senatorial y el uso filibustero que hace de las instituciones… Ellos han demostrado que no quieren cambiar su ética ventajista, por lo que tendremos que ser nosotros quienes les obliguemos. Correremos el riesgo de que nos llamen antisistema, pero ante un sistema podrido e injusto, nacido de un secuestro interesado de los estamentos democráticos, ¿no es un rasgo de decencia declararse “antisistema”?

          JAIME MIÑANA. FILÓSOFO    http://ruinasdelnaufragio.blogspot.com/  @jaimeminana



viernes, 13 de julio de 2012

LA NIÑA FABRA

A la niña Fabra le molesta que la chusma que no ha logrado adaptarse a la jungla social que sueñan los neoliberales perciba el subsidio de desempleo. Los parados son seres débiles que, como bien estableció el bueno de Spengler, no les queda otra que ser pasto de los depredadores. Qué vamos a hacer, la naturaleza es así de cruel y la sociedad debe imitar a la naturaleza creada por Dios. La niña Fabra creció fuerte gracias al “buen hacer” de su insigne padre, imputado en no sé cuántas causas en las que ha salido casi indemne en un país donde los jueces son una casta al servicio de los poderosos. Estudió derecho, que es como un manual de instrucciones para medrar en la jungla; no demostró especiales capacidades ni jurídicas ni intelectuales, pero enseguida encontró cobijo en la maquinaria política del PP y aledaños (Telefónica). No necesitó demostrar su valía, preparación y excelencia, el partido y sus satélites estaban allí para abrirle paso en la jungla como senadora o diputada. Además, formó sociedad matrimonial con José Güemes, el encargado por Esperanza Aguirre de desmontar el sistema de salud público madrileño. Por eso la niña Fabra ha sido la portavoz improvisada que nos ha hecho el favor de traducir al román paladino el farragoso dialecto tecnocrático con el que pretendía enredarnos Rajoy. Ese “¡Que se jodan!” es la quintaesencia destilada, sin los eufemismos habituales, del pensamiento spengleriano de la derecha española, que está perdiendo incluso esa hipócrita pátina caritativa que le deparaba su proclamado catolicismo (la Iglesia no condena estas minucias de sus parroquianos, tan entretenida como está con los gays y la relajación moral en Occidente). Por eso, en el fondo, le tenemos que estar agradecidos a esta niña Fabra que declara a Hacienda 9.375,59 euros con dos préstamos hipotecarios que alcanzan los 1.700.000 euros, que cobra dietas de desplazamientos provinciales cuando reside en Pozuelo de Alarcón, etc. Esta noche, impactado por su “heroica sinceridad”, he soñado que ella subía como una Maria Antonieta levantina al cadalso ubicado en el centro de la Plaza de la Concordia esperando que la afilada cuchilla de la justicia cayera sobre su cabeza castaña mientras ese populacho que tanto desprecia (había muchos desempleados) gritaba “¡Que te jodas!”. Pero no estamos en Messidor sino en julio ni esto es París, sino el centro del ruedo, digo jungla, ibérica.