BITÁCORA DE UN NÁUFRAGO INDIGNADO



Desde una isla casi desierta, un Robinson en el océano de la globalización. Atento/conectado/indignado veo pasar el mundo nada indiferente. Una verbena, un gran guiñol, un despropósito… Mas no puedo huir del sinsentido; estoy enganchado al destino de los demasiado humanos. Estoy condenado a pensar el mundo y verterlo en palabras y lanzarlo al mar en botellas de ceros y unos.



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martes, 22 de enero de 2013

DE FURTIVOS (J.L. Borau, 1975) a BÁRCENAS... LA PERSISTENCIA DEL RÉGIMEN SEÑORIAL




He vuelto a ver Furtivos, el largometraje que hizo célebre a José Luis Borau el mismo año que Franco se apagaba rodeado del "equipo médico habitual". Conocí a Borau y era un aragonés tozudamente creativo, un cineasta riguroso y sincero. Ese universo de perverso cuento de hadas retrata con lucidez los entresijos del poder franquista. Un gobernador caprichoso que solo piensa en sí mismo y en su interés (el ciervo, la caldereta...), una bruja, un príncipe furtivo y una princesa de las Divinas (que no divina). La miseria de la dictadura expuesta en medio de ese sueño forestal estraboniano del "Caudillo": "España, el bosque en paz". Franco y sus cazadores esquilmaban el país mientras el pueblo -criado en los mismos pechos que el dictador- pasaba hambre, se daba al furtivismo para sobrevivir. Qué dura era aquella España, pero... ¿ha cambiado tanto tras la ansiada democracia juancarlista?

Sí aparentemente, somos más modernos, más altos, más refinados...; hemos mejorado en gastronomía, deportes y en productos culturales... Pero seguimos siendo gobernados por una "minoría extractiva" surgida de la alianza entre financieros y políticos. En el bosque siguen campando los mismos (luego Berlanga los retrató con retranca esperpéntica en la saga del Marqués de Leguineche), si bien ahora vienen en todoterrenos alemanes (¡ah, los Seat 1.500 del boato franquista!, contaminaban menos...) y con formas democráticas. El timo del tocomocho señorial sigue funcionando en Iberia desde la Edad Media, ahora con atuendos de civismo europeo muy políticamente correcto para el nuevo monarca y su Corte de aprovechados. Como ocurriera con el largometraje de Borau, muy refrendado por el público de la época, ahora también estamos en un fin de régimen. Como los de 1975, los ciudadanos de hoy son conscientes de la distancia cada vez más sideral entre sus intereses y los de la clase senatorial corrompida hasta los cimientos. Los "cazadores", escudados en su indumentaria "democrática", se resisten a perder los privilegios que ostentan sobre la foresta y sus habitantes, cada vez más esquilmados. Porque la caza es cada vez más escasa y la voracidad señorial cada vez mayor.

¡Necesitamos un Robin Hood!

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