BITÁCORA DE UN NÁUFRAGO INDIGNADO



Desde una isla casi desierta, un Robinson en el océano de la globalización. Atento/conectado/indignado veo pasar el mundo nada indiferente. Una verbena, un gran guiñol, un despropósito… Mas no puedo huir del sinsentido; estoy enganchado al destino de los demasiado humanos. Estoy condenado a pensar el mundo y verterlo en palabras y lanzarlo al mar en botellas de ceros y unos.



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viernes, 13 de julio de 2012

LA NIÑA FABRA

A la niña Fabra le molesta que la chusma que no ha logrado adaptarse a la jungla social que sueñan los neoliberales perciba el subsidio de desempleo. Los parados son seres débiles que, como bien estableció el bueno de Spengler, no les queda otra que ser pasto de los depredadores. Qué vamos a hacer, la naturaleza es así de cruel y la sociedad debe imitar a la naturaleza creada por Dios. La niña Fabra creció fuerte gracias al “buen hacer” de su insigne padre, imputado en no sé cuántas causas en las que ha salido casi indemne en un país donde los jueces son una casta al servicio de los poderosos. Estudió derecho, que es como un manual de instrucciones para medrar en la jungla; no demostró especiales capacidades ni jurídicas ni intelectuales, pero enseguida encontró cobijo en la maquinaria política del PP y aledaños (Telefónica). No necesitó demostrar su valía, preparación y excelencia, el partido y sus satélites estaban allí para abrirle paso en la jungla como senadora o diputada. Además, formó sociedad matrimonial con José Güemes, el encargado por Esperanza Aguirre de desmontar el sistema de salud público madrileño. Por eso la niña Fabra ha sido la portavoz improvisada que nos ha hecho el favor de traducir al román paladino el farragoso dialecto tecnocrático con el que pretendía enredarnos Rajoy. Ese “¡Que se jodan!” es la quintaesencia destilada, sin los eufemismos habituales, del pensamiento spengleriano de la derecha española, que está perdiendo incluso esa hipócrita pátina caritativa que le deparaba su proclamado catolicismo (la Iglesia no condena estas minucias de sus parroquianos, tan entretenida como está con los gays y la relajación moral en Occidente). Por eso, en el fondo, le tenemos que estar agradecidos a esta niña Fabra que declara a Hacienda 9.375,59 euros con dos préstamos hipotecarios que alcanzan los 1.700.000 euros, que cobra dietas de desplazamientos provinciales cuando reside en Pozuelo de Alarcón, etc. Esta noche, impactado por su “heroica sinceridad”, he soñado que ella subía como una Maria Antonieta levantina al cadalso ubicado en el centro de la Plaza de la Concordia esperando que la afilada cuchilla de la justicia cayera sobre su cabeza castaña mientras ese populacho que tanto desprecia (había muchos desempleados) gritaba “¡Que te jodas!”. Pero no estamos en Messidor sino en julio ni esto es París, sino el centro del ruedo, digo jungla, ibérica.


3 comentarios:

  1. La niña Fabra terminó sus estudios de Derecho con 28 años.... Nos representan los mejores expedientes

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  2. Ya veo que estás por aquí,despues de atravesar el Océano proceloso, y dando caña como es en tí habitual. Como ves te sigo y te persigo.

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  3. Vaya, vaya, Monsieur Robespierre... se avecinan tiempos de fiesta y diversión... Hasta ahora tenía al PP por un partido mucho más inteligente, refinado y astuto que el Psoe, con un disfraz mucho mejor construído. Nunca dejaba de sorprenderme cada vez que ganaron las elecciones o el gentío engañado vitoreaba las cantatas de la señora Aguirre, que un partido heredero del dictador pudiera asomarse a los medios sin perecer en el intento. De hecho, con la que está cayendo, por mucho menos, ya habrían rodado cabezas en otros lugares. Pero gestos tan sumamente torpes como este, tan descarados, tan provocadores delata el típico exceso de confianza de aquellos generales que alejados del mundo y la realidad comienzan a bajar la guardia. La niña Fabra y el resto de botarates que no la envían a la Purísima calle de un toque están jugando con fuego. Y esto es preocupante. Es obvio que no estamos en contextos pasados cuando costaba mucho menos reventar la paz social a golpe de linchamientos e incendios. Pero quizá no estemos tan lejos. Que se lo digan a Grecia.

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