BITÁCORA DE UN NÁUFRAGO INDIGNADO



Desde una isla casi desierta, un Robinson en el océano de la globalización. Atento/conectado/indignado veo pasar el mundo nada indiferente. Una verbena, un gran guiñol, un despropósito… Mas no puedo huir del sinsentido; estoy enganchado al destino de los demasiado humanos. Estoy condenado a pensar el mundo y verterlo en palabras y lanzarlo al mar en botellas de ceros y unos.



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domingo, 15 de enero de 2012

EL GENUINO LIBERAL: ODA(LISCA) A BERLUSCONI




No lo echó il popolo ni sus satanes particulares (la prensa tendenciosa, los jueces, los intelectuales de izquierda) sino el Gran Mefistófeles a quien había dedicado todas sus ofrendas, sus energías y su vida: El Todopoderoso Mercado. Silvio Berlusconi había sido el máximo representante de super-empresario de éxito metido a político, por ambición, por salvar el curso de los jueces sabuesos, por probar otra cosa, por vanidad, por…. Vamos, que il cavaliere no era un arribista muerto de hambre, de esos que tanto abundan en la res publica… Una buena parte de la población, a juzgar por los votos, se identificó con su aureola de éxito continuado, pensando que regiría la Republica con la habilidad que había demostrado en sus numerosas empresas… Además Silvio era hedonista, un maschio latino en toda regla, amante de los placeres de la vida, de todos, hasta de los prohibidos… La gente de orden, muy católicos ellos en su mayoría, estaba no obstante un poco harta de ese otro orden políticamente correcto proveniente del Imperio Anglosajón. Había que meter en cintura a las feministas, a los maricas, a los emigrantes y a los revolucionarios de salón. Y Berlusconi venía a eso. Se creyó el papel y rebasó todos los límites, incluso el de la prostitución y la pederastia, temas muy sensibles para un Vaticano dispuesto a hacer la vista gorda hasta cierto punto. Eso marcó el principio de su declive, pero no fue la causa. Su asesino fue su amante incondicional, el Gran Mercado.

Berlusconi ha tenido el mérito de mostrar la verdadera cara de eso que llaman liberalismo en su versión genuina, sin aditivos ni añagazas edulcorantes. Si dejamos que en la sociedad campen a sus anchas los instintos, como defendían Sade y los mecanicistas del XVIII, el resultado es il cavaliere. El liberalismo anglosajón es otra cosa; acota esa liberación pulsional al deseo de enriquecimiento; Adam Smith había proclamado que “la ambición personal contribuye al bien común”, pero Don Silvio prefería a Spengler, que, como él, era más sincero al comparar la sociedad del libre comercio con la darwiniana selección de las especies: solo los mejores triunfan; a los demás, ¡que los parta un rayo! El expresidente italiano estaba entre esos elegidos, pero él creía con Sade que la liberación tenía que ser total, afectando también al sexo y a los prejuicios de la pantomima políticamente correcta; de ahí su cruzada contra toda la gentuza moralista que se le oponía y que antes he citado. En Italia había que dejar rienda suelta al talento empresarial, eso que les hizo grandes desde el Renacimiento, cuando los territorios transalpinos pujaban por ver quién era el más rico y poderoso. Si hasta el Papado alcanzó su culmen de riqueza y esplendor en medio de esa vorágine, como bien demuestra Alejandro VI Borgia y toda la cadena de sumos pontífices renacentistas más próximos al credo de Maquiavelo que al de Jesús de Nazaret… Gracias a ello Roma volvió a ser el centro del mundo, el ombligo del poder, la ciudad con más prostitutas por metro cuadrado, la meca del comercio y de las artes….

También la Iglesia Católica, tan influyente en Italia, había aceptado a este presidente lombardo con pecaminosas tendencias. Todo con tal de que no volviera una izquierda que defiende el laicismo y no colabora en la cristianización de Europa que tanto empeña a Benedicto XVI. Si había que tragarse el sapo de las salidas extemporáneas del cavaliere, de su furor libidinoso y de su escaso afecto por las virtudes teologales, era una prueba más del Señor. ¿No se había tragado batracios mucho más indigestos la Santa Madre Apostólica y Romana, como el nazismo, el fascismo, el franquismo o los milicos sudamericanos? El Vaticano fue tolerante hasta que el primer ministro milanés cruzó el Rubicón de lo moralmente tolerable. Esa Iglesia que había sido acorralada por los casos de pederastia se encontraba ahora “con otro que tal” en el asunto de las velinas. Había que rasgarse las vestiduras, tenían que romper con ese pecador… Así Don Silvio, católico confeso, probó el amargo distanciamiento de  su Madre y Maestra. Y es que desde la Cátedra de San Pedro habían descubierto que Berlusconi era la vívida reencarnación de Don Juan, ese libertino cuasi-satánico que había engendrado el fraile Tirso de Molina para exorcizar las aberraciones de una moral guiada por el placer. Berlusconi era un Don Juan liberal, como no puede ser de otra manera, pues esa doctrina también postula, si se asume en su radical planteamiento, la libre circulación de todos los órdenes de la vida humana. El problema es que el capitalismo puritano y la Iglesia, sólo toman del liberalismo lo que les interesa: libertad en lo económico y férreas cadenas en el orden moral. Il cavaliere tuvo el mérito de poner en evidencia con su comportamiento (obras son amores…) esa persistente impostura; ha sido el liberal por excelencia en el panorama político europeo. Es verdad que no tuvo ningún empacho en aliarse con los autoritarios fascistas o con los racistas de la Liga Norte (ah, el poder ante todo…), no es menos cierto que hubiera implantado un estado de excepción en la “judicatura rebelde”, pero esas contradicciones forman parte del liberalismo que se autoproclama con mayor pedigrí. Así se puede comprobar en España en personalidades tan proteicas como Esperanza Aguirre, Federico Jiménez Losantos, Pedro José Ramírez….

Quizá por esa condición de auténtico liberal, una parte considerable del pueblo italiano ha aclamado a Berlusconi como un héroe operístico, próximo al Don Giovanni de Mozart, tan excesivo, tan libidinoso, tan desprejuiciado, tan ocurrente...; un “padre nutricio” que deseaba el bienestar, la lluvia de euros para todos los italianos -exclúyanse emigrantes, refugiados, parásitos…- que se esfuerzan y trabajan. No nos engañemos, ha sido el líder de la derecha más querido por los que creen en esas doctrinas (como en España aprecian más a Esperanza Aguirre, lo pudimos comprobar con la muchedumbre aclamadora ante la sede del PP el 20-N). La mayoría de sus colegas europeos son burócratas asépticos, como Angela Merkel o Mariano Rajoy, políticos anodinos colocados por Mefistófeles Mercado, refrendados por unos ciudadanos muertos de miedo para hacer los deberes, cariátides sin alma del FMI/BCE. Berlusconi representaba el alma del prístino liberalismo, por eso no lo han aguantado ni sus comilitones del Viejo Continente ni los propios mercados. Los mecanismos financieros que gobiernan Europa, más allá de los mascarones de proa democráticamente elegidos, no se fiaban del expremier italiano; su credo genuinamente liberal, sus tendencias anarcoides, su bragueta hambrienta no eran aptas para asumir una filosofía del recorte y la represión. El Don Giovanni septuagenario amaba la libertad, la prosperidad… Su actuación política no podía ir en contra de esos principios, por eso lo quitaron de en medio, por eso se fue a casa aliviado, por eso buscaron un marmóreo autómata del BCE para desmontar el Estado de Bienestar y cumplir con el Gran Hermano Financiero Globalizado (GHFG).

El payaso impresentable que protagoniza este escrito ¿es más patético que toda la caterva de políticos títeres al servicio del GHFG, de los euro-burócratas de perfil bajo apoltronados en Bruselas para no eclipsar la mediocridad de los líderes nacionales? Al menos Berlusconi tiene carisma operístico, posiblemente en una versión bufa de Don Giovanni… Y Merkozy y compañía ¿no son más bien actantes en una función de marionetas…? Y qué decir de ZP, el gran defensor de lo políticamente correcto, de las alianzas de civilizaciones, de los desfavorecidos, de las libertades ciudadanas…, convertido en la primera marioneta española -le sustituye otra que tampoco tiene discurso, aunque sí la disciplina y sentido de obediencia de los opositores- de una función que acaba de comenzar y que parece adscribirse al género de terror.

                  Jaime Miñana.  Filósofo  (@jaimeminana)


http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/opinion/el-genuino-liberal-oda-lisca-a-berlusconi_722495.html
               El Periódico de Aragón, 17.12.201


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