BITÁCORA DE UN NÁUFRAGO INDIGNADO



Desde una isla casi desierta, un Robinson en el océano de la globalización. Atento/conectado/indignado veo pasar el mundo nada indiferente. Una verbena, un gran guiñol, un despropósito… Mas no puedo huir del sinsentido; estoy enganchado al destino de los demasiado humanos. Estoy condenado a pensar el mundo y verterlo en palabras y lanzarlo al mar en botellas de ceros y unos.



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viernes, 8 de junio de 2012

POR EL CAMBIO DE RÉGIMEN

              


¿Se hunde España? Los cimientos sobre los que está fundamentada nuestra democracia parecen estar carcomidos. La Monarquía ha perdido crédito, los políticos y los partidos tienen valoraciones bajo mínimos, el poder judicial, el sistema bancario, la clase empresarial, los sindicatos están bajo sospecha… El Gobierno vuelve a configurarse con un atajo de inútiles improvisadores, el Estado de Bienestar estás siendo desmantelado por mor de la prusiana austeridad, los defraudadores se van de rositas mientras la Agencia Tributaria persigue pecata minuta del ciudadano medio, RTVE vuelve a la matriz franquista en que nació, volvemos al Estado policial a golpe de ley reaccionaria (otra muestra del alma liberal del PP)... La confianza, valor esencial de todo pacto social, se ha quedado aquí tetrapléjica. Ya nadie se fía del tendero, de su médico de cabecera, del taller mecánico, de la SGAE, de la Iglesia, de la funeraria de la esquina.

Tras la miseria asesina del Franquismo los ciudadanos españoles habíamos otorgado un cheque en blanco a la clase política para conducir este país hacia la Modernidad, aquí siempre aplazada o estrangulada. Se cambió formalmente el régimen, de Dictadura a Monarquía parlamentaria, de centralismo “por Dios y por España” a Estado autonómico, de ordeno y mando cuartelario a división de poderes, del Cesaropapismo al “Estado aconfesional”, de la represión a un corpus de libertades y derechos, etc. Los ciudadanos españoles, especialmente la izquierda, “amnistiamos” a los asesinos vencedores para garantizar la convivencia, asumimos el ventajismo de los que se habían lucrado durante el Franquismo, toleramos el ejercicio de travestismo democrático de una derecha autoritaria, otorgamos un concordato de privilegio a la Iglesia heredera de la Cruzada… La generosidad y templanza del pueblo español fue inconmensurable en este reto por recuperar las libertades en la senda de la Modernidad. Ese inmenso caudal de confianza esperanzada fue depositado en manos de una clase política que emergía al amparo de la ansiada democracia. Por miedo a la endémica inestabilidad política de los tiempos republicanos se nos dotó de un sistema electoral que primaba las mayorías –y a la larga el bipartidismo- y la elección de candidatos por el aparato de los partidos. Guiados por este “miedo al caos de la República” nuestra clase política se dotó de unos derechos y privilegios que garantizarían su eterna estabilidad y la convertirían en “casta senatorial”. En ese contexto vertiginoso territorios y ciudadanos entraron en una dinámica de reivindicación de derechos en la que los deberes quedaban más bien diluidos. Todas las regiones demandaban el autogobierno de las históricas (café para todos), los funcionarios exigieron amplios derechos al tiempo que se iban ampliando las plazas, las universidades levantaron el pendón de una autonomía que fue derivando hacia las taifas regidas por endogamias nada excelentes…

Los generosos fondos europeos vinieron a financiar esta progresiva deriva de apropiación de los sectores públicos por parte de la voraz casta dirigente que fue extendiendo su dominio desde las instituciones, cajas, consejos de administración de empresas semipúblicas, entidades culturales, etc. Por no hablar de la corrupción sistémica que anidó en las administraciones –las municipales especialmente- a partir del boom del ladrillo, en connivencia con los agentes inmobiliarios y financieros... Se fraguó una alianza de intereses entre el poder económico (los capitales provenientes de la jungla franquista y los chacales del nuevo ecosistema) y la casta senatorial (los políticos de la Democracia) camuflada por retóricas desarrollistas, progresistas o populistas de cara a la galería. La continuación de esta historia es bien conocida por todos (“de aquellos polvos….”). La hecatombe económica está demoliendo este edificio de la “cultura de la Transición” (Fernández Savater) al tiempo que revela su coartada ventajista. Ante este striptease que airea semejantes vergüenzas, el Gobierno no se da por enterado y la oposición socialista oculta con máscara de “indignación” el miedo a que se sepa toda la verdad. El PPOE no quiere que cambien las cosas, pues se desmontaría ese chiringuito que tanto les ha costado articular y tantos beneficios les ha reportado. Como la Corona (<<Lo siento mucho…>>), amagan una catarsis escénica que oculte la podredumbre del libreto que representan. Pero ya casi nadie parece creerse la función.

Siguiendo la máxima de Lampedusa, nuestra clase senatorial pretende cambiar algunas cosas para que todo siga igual. Pero bajo la lustrosa bandera de la Democracia hay muchas cosas que no han mudado tanto en España desde el cortijo franquista. Principalmente porque no hemos asumido el modus operandi de esa Europa avanzada donde nos queríamos mirar: la Modernidad apenas ha rozado el Ruedo Ibérico. Hemos pasado desde el medievo nacional-católico a la posmodernidad de alharacas de una película de Almodóvar. Más allá del envoltorio colorista asoma el pelo de la dehesa de Frascuelo, el Patio de Monipodio y el brazo incorrupto de Santa Teresa (la Iglesia ha revelado tras su velo taranconiano la faz más reaccionaria). Hemos construido autovías y Aves que llevan a ciudades sin tejido industrial, hemos multiplicado universidades de mucho vasallaje y pocos activos dinamizadores, estamos desmantelando los meritorios avances que habíamos realizado en I+D+I o energías renovables, etc. Más allá de su obsesión por detener la hemorragia, el plan oculto del Gobierno es recalentar la economía reactivando el ladrillo (la ley de Costas es todo un síntoma), el turismo masivo y otras medidas cortoplacistas mientras se mantiene la desigualdad creciente plasmada en el injusto sistema fiscal. Como ha demostrado el caso Bankia, les interesa la supervivencia del régimen de privilegios que representan no la prosperidad del país ni su modernización (en eso coinciden con la clase dirigente franquista). Como en aquellos tiempos, los que sobren se irán al extranjero (ahora es nuestra juventud mejor preparada). Se impone pues un cambio profundo en el modus operandi de nuestra democracia y eso pasa por el recambio de esta clase política. No es cuestión de “renovación juvenil” (Soraya, Leire Pajín o Eduardo Madina también son el “viejo régimen), sino de cambio de personas, de mentalidades y, sobre todo, de formas de actuar. Aunque el hartazgo ciudadano demuestra que este cambio ya ha comenzado, es necesario articularlo. ¿Cómo? Activando ese tejido social ciudadano que la clase senatorial ha querido narcotizar para su beneficio. No les voten, no les sigan en los medios, no les escuchen, háganles sentir como unos apestados... Eso es ampliable para banqueros, especuladores, evasores y demás aprovechados. El 15-M ha puesto en marcha una corriente que ha ido concretándose en yayo-flautas, plantes ante desahucios, movilizaciones contra injusticias palmarias, denuncias de chanchullos como Bankia ante los juzgados, etc. Los ciudadanos apaleados pero activados debemos hacer sentir nuestro poder y exigir unos representantes a la altura de las exigencias democráticas. Un “cambio de régimen” para salvar la Democracia.


                    Jaime Miñana. Filósofo @jaimeminana



lunes, 4 de junio de 2012

GUILLOTINA PARA LAS TOGAS Y CUERDA PARA RATO

   

Leo en un periódico editado en Madrid del célebre movimiento que se consagró en Sol: "15M: Hay cuerda para rato". Creo que  no han sido conscientes de la subversión semántica que entrañla segunda parte del titular. A mí me gustaría asistir al ahorcamiento (simbólico, claro, estamos en tiempos políticamente correctos) de ese reo con gemelos de oro y de tantos otros que han arruinado el país con unas aventuras financieras que ahora nos cuestan 500 euros a cada ciudadano español.

Menos mal que nos queda el humor del pueblo, el salero andaluz para exorcizar tanta ingnominia, tanto abuso, tanto despropósito...:   http://www.youtube.com/watch?v=iop2b3oq1O0&sns=em

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Se hacen patentes dos amenazas del Gobierno de Rajoy: la amnistía fiscal (los ricos siempre ganan) y la defunción del efímero periodo independiente de Radiotelevisión Española. La doble alma del PP se hace presente: liberal en lo económico,  autoritaria (de raícés franquistas, sí) en la gestión de derechos. El liberalismo desbocado nos ha llevado a la ruina, el autoritarismo da entrada al Gran Hermano. Entre tanto los jueces hacen de su toga un sayo (miserable Vívar) mientras se condena a un artista por cocinar un Cristo de celuloide hace cuarenta años... Habrá que exiliarse en Francia, dice Krahe, y me temo que no es una figura literaria...