BITÁCORA DE UN NÁUFRAGO INDIGNADO



Desde una isla casi desierta, un Robinson en el océano de la globalización. Atento/conectado/indignado veo pasar el mundo nada indiferente. Una verbena, un gran guiñol, un despropósito… Mas no puedo huir del sinsentido; estoy enganchado al destino de los demasiado humanos. Estoy condenado a pensar el mundo y verterlo en palabras y lanzarlo al mar en botellas de ceros y unos.



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jueves, 8 de marzo de 2012

¿QUÉ ES LA IZQUIERDA, DÓNDE ESTÁ?



                                         Javier Lambán, Secretario General del PSOE-Aragón

Artículo original (sin recortes)



Está claro qué es la derecha; un estado de conciencia sociopolítica que pretende refrendar el orden establecido: las cosas son así. Por eso apelan a la “Sensatez” (Rajoy y Cospedal mucho), al “sentido común” que consiste en no cambiar las cosas, porque el orden divino y humano las han dispuesto de esa guisa. La reflexión posmoderna ya ha dejado claro que nuestro hábitat cultural está conformado por constructos y relatos, pero los partidarios de la derecha entienden que el orden cósmico es neoliberal, conservador, desigual, definido por las sagradas leyes del Mercado…. Solo creen que hay que cambiar las cosas cuando aquellas se desvían de esa “recta vía”. Esa mudanza “terapéutica” la aplican ahora en España “a la gallega callando”, desmontando el Estado de Bienestar, evitando que se hurgue en la corrupción (los osados como Garzón o los inspectores de Hacienda son retirados), criminalizando a los sindicatos y a los manifestantes. Todo para mayor gloria de sus patriciados e intereses. Y no se les puede replicar: las cosas son así, eso es lo sensato, lo que dicta el “buen entender”.

Y la izquierda qué. ¿Qué significa la izquierda? Teóricamente debería encarnar ese impulso de cambio y de progreso que nace del convencimiento de que las cosas no son así, sino consecuencia del roce de intereses, la aplicación de modelos socioeconómicos y del juego de poderes. Desde una genuina perspectiva ideológica, la izquierda debería intervenir desde el poder otorgado por los ciudadanos para transformar la res publica en beneficio de todos, no de unos pocos, regulando los intereses de los poderosos en el sistema postcapitalista y garantizando los servicios públicos universales, así como la igualdad de derechos.  Ese impulso transformador ha sido secuestrado en buena medida por una serie de camarillas de poder en el seno del principal partido socialdemócrata, muy acostumbrado a pisar las alfombras del poder durante décadas. Fulminadas por el aparato las opciones que apuntaban al verdadero reformismo (Borrell), la era ZP fue un espejismo de cambio; ha legado algún gesto teatral, una loable ampliación de derechos ciudadanos y poco más. Tras una retórica de progresismo de diseño, los poderes fácticos (banqueros, Iglesia, grandes empresas) han campando a sus anchas en el zapaterismo mientras se alimentaban las camarillas de intereses y el reparto de cargo en el circuito cerrado orgánico de la rosa. En el último congreso de Sevilla la disyuntiva era entre un amago (¿otro espejismo?) de renovación o el refrendo del aparato. Ganó éste último para que las cosas se mantuvieran como siempre, aderezadas con el verbo agudo e instruido de Rubalcaba (algo se ha avanzado respecto a la sonriente ignorancia de Zapatero).

“Dime con quién andas y te diré quién eres…”. Bajo una supuesta máscara de progresismo reencontrado -ahora resulta que quieren poner en cintura a la Iglesia, a Bruselas, al poder financiero-, los socialistas mantienen los vicios de siempre de un partido concebido para “pillar cacho”. Si ponemos el foco en lo más local, las cosas se aprecian mejor. En Aragón, sin ir más lejos, se ha cambiado la facción oscense (apostó a yegua perdedora) por la zaragozana, integrada por una serie de políticos que tienen en su principal haber su incuestionable habilidad para generar redes clientelares, repartos de cargos e intrigas palatinas. El representante que se ha enviado a la Ejecutiva Federal de Madrid  no tiene titulación conocida (tampoco se echa de menos en una región que ha sido regida por un longevo presidente en similar estatus)  y sus principales habilidades son de fontanería (política, claro). No apreciamos discursos alternativos, ilusionantes propuestas transformadoras más allá de la retórica al uso. El congreso de finales de marzo, al tiempo, refrendará esta impresión de vacío ideológico. Lo importante es situarse adecuadamente para recibir las magras canonjías y sinecuras disponibles y esperar tiempos mejores para repartir el maná del Poder. En este juego el Alcalde de Zaragoza, sigue a su bola, él ha montado su propio microuniverso municipal pactando con los poderes de siempre (le secunda un chico de una de las familias que tradicionalmente han movido el cotarro en la ciudad). Esta es la socialdemocracia de la realpolitik, aquella que es percibida como un bluf por una ciudadanía progresista que le ha dado la espalda masivamente. Porque los electores de izquierdas piden algo más que cataplasmas confortadoras (“las cosas son así”), demandan soluciones para mantener el Estado de Bienestar, para hacer posible una sociedad dirigida por los poderes ciudadanos no por los financieros, para mantener los derechos, para avanzar en esa senda de la modernidad ilustrada que en este país parece atrancarse siempre.

La izquierda debiera tener un hálito transformador y alternativo, incluso cuando está en el poder (poder es también “poder hacer” cosas para todos). El problema es que cuando se eterniza en las poltronas el poder deviene establishment. Eso es lo que ha ocurrido en la universidad española en general y en la de Zaragoza en particular, donde una camarilla de “pseudoprogresismo establecido” ha llevado las riendas desde los tiempos de la Transición salvo algún breve interregno. El resultado es que, salvo excepciones promovidas por honrosos profesionales, el tejido universitario es el más endogámico, falto de cualificación y de transparencia de todas las administraciones públicas. Donde debiera primar la excelencia impera el amiguismo, el chanchullo y la incompetencia. ¿Cómo es posible que todos los miembros de un tribunal que tiene potestad para hacer a un candidato funcionario sean elegidos por el propio departamento? Los resultados están ahí, lo certifican los pobres niveles de nuestra universidad en los escalafones mundiales. Eso sí, tenemos gente maja y muy de aquí. Ese sistema de “vasallaje e investidura” localista es lo que ha permitido la candidatura en el poder que ahora se presenta a las elecciones de nuestra universidad, curiosamente con la vitola de “progresismo”. Otro ejemplo de genuina izquierda. Y luego que los dejamos en la estacada…
               


                                         Jaime Miñana, filósofo  @jaimeminana


                                                                 

sábado, 3 de marzo de 2012

DE HÉROES Y REYES



Desmontaje y contrarreforma a la “gallega” callando

Sigue el desmontaje, de manera cautelosa pero inexorable por parte del Gobierno de Rajoy. La derecha tiene un plan “sensato”, como le gusta reiterar al presidente. Ellos planean otros ejecutan, el poder judicial (Garzón), la Brunete mediática que criminaliza sindicatos, estudiantes manifestantes y disidentes varios. Todo aquello que atente contra el “buen orden” es retirado, ya sea un juez estrella o los inspectores de hacienda, que osan meter las narices en asuntos tan sensibles como la trama Gürtel o el caso Urdangarín. Rajoy llegó a la Moncloa discretamente y así ordena desde allí esta contrarreforma que es mucho más efectiva y profunda que la que pretendió Aznar en su segundo mandato con mucho ruido y escasas nueces. El nuevo inquilino monclovita ha aprendido la lección.



                                                Iñaki Urdangarín en los juzgados de Palma

Algo huele a podrido en la Zarzuela


Iñaki Urdangarín es el cabeza de turco necesario, pero ¿suficiente? En este drama hamletiano se requiere una víctima propiciatoria para que de nuevo Juan Carlos aparezca como el Hércules salvador, deus ex machina. Ya ensayó ese relato en las aguas turbias del 23-F. Y le salió bien. Además el verdadero héroe y testigo consciente de aquellas algaradas fundacionales se ha ido del mundo… Ahora el monarca amaga de nuevo el relato, amplificado por los medios oficiales (el TDT Party parece que no está por la labor). En el discurso de Nochebuena el Rey apareció como defensor de la justicia para todos e igualdad ante la ley, dejando a su yerno a los pies de los caballos. Ese manto de relato heroico ocultaba interrogantes cuando menos tan inquietantes como los de su gesta en el 81. Si JC I sabía en el 2006 que Urdangarín estaba cometiendo un delito, ¿por qué no lo hizo saber? Por el contrario, optó por esa reedición de la vieja costumbre del destierro, tan cara a los monarcas medievales. No vamos a entrar en las habladurías que apuntan a supuestos negocios ventajosos de Juan Carlos I con las monarquías del Golfo aprovechando su alta majestad… Lo cierto es que en el asunto Noos el Rey ha incumplido una máxima de oro: los miembros de la Casa Real no pueden aprovechar su condición para lucrarse, y menos con dinero público. No es que la mujer del César deba parecer honrada -esto se podría aplicar literalmente a la sospechosamente exonerada Infanta Cristina-, es que lo debe ser totalmente. Pero la habilidad de los cronistas virgilianos ha deparado de nuevo otro relato heroico de Don Juan Carlos el Salvador.