Desmontaje y contrarreforma a la “gallega” callando
Sigue el desmontaje, de manera cautelosa pero inexorable por parte del Gobierno de Rajoy. La derecha tiene un plan “sensato”, como le gusta reiterar al presidente. Ellos planean otros ejecutan, el poder judicial (Garzón), la Brunete mediática que criminaliza sindicatos, estudiantes manifestantes y disidentes varios. Todo aquello que atente contra el “buen orden” es retirado, ya sea un juez estrella o los inspectores de hacienda, que osan meter las narices en asuntos tan sensibles como la trama Gürtel o el caso Urdangarín. Rajoy llegó a la Moncloa discretamente y así ordena desde allí esta contrarreforma que es mucho más efectiva y profunda que la que pretendió Aznar en su segundo mandato con mucho ruido y escasas nueces. El nuevo inquilino monclovita ha aprendido la lección.
Iñaki Urdangarín en los juzgados de Palma
Algo huele a podrido en la Zarzuela
Iñaki Urdangarín es el cabeza de turco necesario, pero ¿suficiente? En este drama hamletiano se requiere una víctima propiciatoria para que de nuevo Juan Carlos aparezca como el Hércules salvador, deus ex machina. Ya ensayó ese relato en las aguas turbias del 23-F. Y le salió bien. Además el verdadero héroe y testigo consciente de aquellas algaradas fundacionales se ha ido del mundo… Ahora el monarca amaga de nuevo el relato, amplificado por los medios oficiales (el TDT Party parece que no está por la labor). En el discurso de Nochebuena el Rey apareció como defensor de la justicia para todos e igualdad ante la ley, dejando a su yerno a los pies de los caballos. Ese manto de relato heroico ocultaba interrogantes cuando menos tan inquietantes como los de su gesta en el 81. Si JC I sabía en el 2006 que Urdangarín estaba cometiendo un delito, ¿por qué no lo hizo saber? Por el contrario, optó por esa reedición de la vieja costumbre del destierro, tan cara a los monarcas medievales. No vamos a entrar en las habladurías que apuntan a supuestos negocios ventajosos de Juan Carlos I con las monarquías del Golfo aprovechando su alta majestad… Lo cierto es que en el asunto Noos el Rey ha incumplido una máxima de oro: los miembros de la Casa Real no pueden aprovechar su condición para lucrarse, y menos con dinero público. No es que la mujer del César deba parecer honrada -esto se podría aplicar literalmente a la sospechosamente exonerada Infanta Cristina-, es que lo debe ser totalmente. Pero la habilidad de los cronistas virgilianos ha deparado de nuevo otro relato heroico de Don Juan Carlos el Salvador.
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